Carlisme. Partit Carlí de Catalunya

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1 de Mayo de 2010

La gran crisis económica de la globalización ha dejado fuera de juego a Gobiernos, organismos internacionales, partidos políticos, patronales y sindicatos. Nadie ni nada ha servido para controlar un sistema financiero, corruptor y corrompido, que campa por sus respetos y que obliga a Gobiernos y organismos internacionales a acudir en su ayuda, y que representa a la economía especulativa, aquella que hunde a particulares, familias, empresas y países. Un conjunto de especuladores financieros que, refugiados en paraísos fiscales, parasitan a la economía real, la de producción y servicios, la de empresarios, técnicos y trabajadores.

Crisis económica, crisis política y crisis institucional, que es consecuencia de la profunda crisis moral que atenaza nuestra sociedad, en la que aquellos sindicatos, financiados y espléndidamente subvencionados por el régimen de la ceja, son dirigidos por Cándido Méndez (UGT) e Ignacio Fernández Toxo (CCOO), que dictan la política económica de un gobierno, y de sus correspondientes gobiernos territoriales, con mucho simbolismo, poco realismo y ninguna solución concreta.

En su respuesta a la crisis sobran palabras y promesas y se echan en falta medidas concretas para afrontar la recesión y generar empleo, para superar los problemas de liquidez, de crecimiento y los estructurales. Nada de optimizar medidas de protección social y de creación de empleo digno, ni de articular una reforma fiscal justa para redistribuir los recursos. Ni un solo plan estratégico para sobrevivir a la crisis, solamente improvisación, imprevisibles anuncios mediáticos de ZP desconocidos hasta por su propio gobierno, y un profundo sectarismo que está llevando al enfrentamiento entre personas y entre territorios mediante permanentes campañas de desprestigio contra el adversario político y mediático, que usan una anticuada verborrea radical. Únicamente, globos sonda para tantear la reforma laboral o el cambio en el sistema de pensiones. En su demagogia, mezclan ignorancia y propaganda política partidista que sólo da de comer a unos pocos con carné. Al resto, a los trabajadores, esa clase política corruptible y corruptora sólo nos utiliza para que seamos el taburete para su ascenso.

Unos gobiernos, el de Rodríguez Zapatero, y los de diversas Comunidades Autónomas, que considera que el déficit público son “votos para hoy”, sin preocuparles que sea hambre para mañana y en la esperanza de quién venga después que arree. Un continuo mirar hacia otro lado cuando se emite una deuda pública, insostenible por el tipo de interés que nos obliga a pagar el mercado internacional, que hipoteca nuestro futuro.

Nada de pragmatismo para ajustarse a la realidad de un imparable gasto público, sobre el que no se establecen prioridades, aunque el gasto supere, con creces, a los ingresos públicos. Ningún planteamiento creíble de reducción del déficit público, sólo confusión ideológica y debilidad política que obliga a sumisiones políticas y sociales contranatura.

Ni un estricto plan de austeridad que implique a todos los sectores de la sociedad y no se cebe exclusivamente en los trabajadores. Al contrario, aumento del nepotismo y del sectarismo, incremento de los gastos en publicidad institucional del gobierno de Rodríguez Zapatero, que presagia un adelanto electoral, en un contexto en que sindicatos y patronales se mantienen enrocados en sus posiciones, atentos a la financiación y a las subvenciones públicas.

Gobiernos desaparecidos ante una realidad de cinco millones de personas en paro y de más de ocho millones de seres humanos viviendo por debajo del umbral de la pobreza, y unos sindicatos institucionales paralizados por la voz de su amo, que se doblegan ante las exigencias del poder, que actúan como correas de transmisión de sus necesidades políticas y conforman los coros y danzas que acompañan a las fiestas de exaltación progubernamentales y a las continuas maniobras de distracción masiva del PSOE, y sus adláteres, con las que tratan de ocultar una política económica y social errática, con las que tratan de disimular su participación mayoritaria en las más de 500 causas abiertas por corrupción y en las miles de denuncias que afloran en los medios de comunicación. Como reflejan las encuestas, la clase política es el problema que, en estos momentos, preocupa a la sociedad por delante del terrorismo y de la inseguridad ciudadana.

Perdidos el norte, el sur, el este y el oeste, ni el veleta sindicalismo del régimen ni el atomizado sindicalismo alternativo, mueve pieza, ni ante la tragedia del paro, que parece ser que únicamente ha de preocupar a las familias de quienes la sufren.

Nosotros, los trabajadores carlistas, ante este 1º de Mayo, volvemos a plantear la necesidad de una profunda autocrítica en el seno de un movimiento obrero, que sigue planteándose los problemas de los trabajadores con pensamientos de siglos pretéritos que no responden a la realidad de un tiempo en el que cada minuto más de 100 personas cruzan el umbral de la pobreza en el mundo.

¡Recuperemos la esperanza, porque otro mundo es posible!

¡Viva el 1 de Mayo!

 

©Partit Carlí de Catalunya